Fort Worth: Volunteers gather, sing, feed the poorest

Michael Heider (der.) recibe un plato de sopa caliente de parte de voluntarios de New Opportunities Ministries, una organización en Fort Worth.(Lawrence Jenkins / Especial para AL DÍA)


Fort Worth: Voluntarios se juntan, cantan y dan de comer a los más pobres
Mexicano y puertorriqueña encabezan organización que se reúne cada dos lunes para alimentar a los indigentes

Michael Heider (der.) recibe un plato de sopa caliente de parte de voluntarios de New Opportunities Ministries, una organización en Fort Worth.(Lawrence Jenkins / Especial para AL DÍA)

 

By Crishtbel Mora/Especial para Al Día

 

10:32 AM on Nov 27, 2019 CST

 

Con las manos agrietadas, quizás por el cemento o por las bajas temperaturas, Raúl Martínez sostiene un plato de comida caliente que le sirvió uno de los voluntarios de la organización New Opportunities Ministries, en un lunes reciente. Ese, quizás, era el único platillo de comida caliente que recibió en varios días. Martínez, mexicano de 68 años, deambula desde hace ocho por las calles de Fort Worth.

 

Mariné Rivas, puertorriqueña, y su esposo Javier Martínez, de México, se dieron cuenta de la gran cantidad de indigentes que había en esa ciudad y sintieron la necesidad de hacer algo para ayudar, de alguna manera, a esas personas que viven en la calle. Invitaron a algunos familiares, y comenzaron a preparar comida en su casa, para luego distribuirla en la calle East Presidio, cerca del refugio True Worth Place. La iniciativa comenzó hace año y medio.

“Somos una organización sin fines de lucro; nosotros les damos comida tanto físicamente como espiritualmente”, explicó Rivas, quien reside al norte de Fort Worth. “Vamos allá, repartimos comida, compartimos con ellos, y les decimos la palabra de Dios. Esto los ha impactado de gran manera, al igual que a nosotros”.

Ana Cervera (izq.), voluntaria, y Mariné Rivas, fundadora de New Opportunities Ministries, preparan la comida que ellas entregan a los indigentes de Fort Worth. La organización se reúne cada dos lunes.(Lawrence Jenkins / Especial para AL DÍA)

 

Cada dos lunes, la vivienda se convierte en el centro de operaciones de la organización caritativa cristiana. Los voluntarios preparan los alimentos a partir de las 9 a.m.

 

Mientras María Pagán, de 58 años, está en la cocina preparando el arroz, Alejandro Hernández, de 39 años, supervisa el pollo guisado en una gran cacerola ubicada en el área de os asados que está en el patio trasero.

 

Un par de voluntarios ensayan canciones cristianas en la sala, y otros grupo organiza las bebidas y demás artículos para subirlos a los vehículos. Las voluntarias más pequeñas, Mariné Selene Martínez, de 4 años, y Camila Isabelle Martínez, de 2 años, hijas de Mariné y Javier, también ayudan.

 

Según datos presentados por Tarrant County Homeless Coalition, en marzo pasado, hay 2,028 personas en la indigencia en el condado de Tarrant, de los cuales 1,754 están en Fort Worth.

 

En este mismo informe, los datos arrojan que los motivos principales de la indigencia son el desempleo, ingresos muy bajos que les impide pagar una renta, violencia doméstica y el abuso de sustancias como drogas o alcohol.

 

Al llegar al punto acostumbrado, entre las calles East Presidio y Cedar, los voluntarios de New Opportunities Ministries comienzan a descargar las mesas, hieleras y cajas. Algunos caminan hasta las calles más alejadas para anunciar que pronto comenzarán a servir, otros conectan una corneta, instrumentos y micrófonos para saludar, pronunciar las palabras para bendecir los alimentos, y luego comienzan a cantar para amenizar la hora de almuerzo. Son canciones cristianas, todas hablan sobre la esperanza de un mejor porvenir, sobre la presencia de Dios y su amor por los más afligidos.

 

Michael Hader, de 57 años, es incapacitado y hace tres meses vive en la calle. No tiene familia que resida cerca, y la comunicación con sus dos hijos, que viven fuera del estado, es muy escasa. “Nadie más hace esto, estas personas son grandiosas, son excelentes, vienen aquí y nos traen esta comida deliciosa y caliente, solo puedo decir que me siento afortunado cuando los veo llegar”, dijo mientras ingería su plato de comida sentado en la acera.

 

New Opportunities Ministries ha podido mantener su labor gracias a donativos de diferentes entidades, familias, organizaciones civiles y empresas como el restaurante Mi Cocina. “Aquí está abierta la oportunidad para todos, no se trata de religión, un granito de arena que ponga cada quien es muy importante porque podemos ayudar a más personas. Estamos abiertos a recibir a quien quiera colaborar como voluntario para servir, cocinar, o cualquier tipo de donativo”.

 

Ana Cervera, gerente de Mi Cocina en el centro de Fort Worth, conoció a Javier Martínez cuando la cadena otorgó el primer donativo y a ella le correspondía hacer la entrega. “Cuando Javier fue ese día por la comida tuve un sentimiento muy bonito”, dijo Cervera. “Esto es algo que estábamos buscando como familia, nosotros buscábamos algo más… Hay mucha gente que necesita”.

La comida apenas alcanza para todos los indigentes que son atendidos por voluntarios de New Opportunies Ministries en Fort Worth.(Lawrence Jenkins / Especial para AL DÍA)

 

Su esposo, Alejandro Hernández, es de Guadalajara, México. Llegó hace 18 años a Estados Unidos y se desempeña como mesero en un restaurante. “Pienso que a veces gastamos tanto dinero en otras cosas, y ver a esta gente que tiene tantas necesidades te mueve el corazón. Vine a colaborar hace seis meses por primera vez, y me quedé como parte de la organización. Estoy comprometido 100{0088b8aecb9b8f1853afca8de4d944083d9e1b28fbf09226ce4bf76649248234} con esta labor”, expresó.

 

En un día, New Opportunities Ministries ha logrado servir hasta 450 platos de comida. Sin embargo, son reiteradas las veces que quedan personas en la fila y no alcanzan a recibir los alimentos. De ahí nace la visión que comparten los miembros de la organización de comprar un food truck para aumentar la capacidad de preparar comida en más cantidad, y poder servir a más personas.

 

En la entrega de comida a principios de mes, la música no dejaba de sonar. Las personas se seguían sumando a la fila, algunos bendecían a cada uno de los voluntarios, otros saludaban a Javier o Mariné. También preguntaban por otras cosas como mantas para cubrirse del frío. A veces, los donativos alcanzan para comprar artículos de aseo personal como pasta de dientes, jabón, desodorante, entre otros.

 

Raúl Martínez aún caminaba en los alrededores, conversaba con Javier y le agradecía por la comida. Temblaba de frío; los vientos de ese día hacían que la sensación de la temperatura se sintiera aún más intensa. Luego pidió un poco de comida extra para la cena.

 

“Está muy sabroso”, dijo. “A mí no me falta nada, Dios me da la vida y con eso basta y sobra”.

 

Crishtbel Mora/Especial para Al Día

 

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